Bestiario

El peor invento que ha podido crear la humanidad es la luz artificial. No es cierto que nos aterre la oscuridad. En el fondo, siempre hay un trozo minúsculo de nosotros, alojado en alguna circunvalación del cerebro, que desea volver a vivir a oscuras. Porque entre tinieblas, los monstruos nos permiten jugar con las sombras y los ruidos, nos obligan a dibujar la línea de puntos que va de la cara del muñeco que duerme sobre la cómoda hasta el rincón en el que el viento y los árboles tatúan hojas oscilantes en la pared. De día, los monstruos no somos más que nosotros, tan comunes, tan terribles, tan capaces de destruirnos sin motivo. Pero mientras se nos acostumbran los ojos a la falta de luz, los monstruos tienen dientes amarillos, garras de diamante y un solo ojo que no deja de vigilarnos. Y nos gusta luchar contra ellos hasta que nos vence el sueño.

Anguila

El ‘monstruo’ dejado por Harvey en una playa de Texas. Foto: Twitter / @preetalina

El huracán Harvey arrasa la costa de Texas y deja una bestia en la playa. Un fenómeno marino, el Leviatán, las sirenas de Ulises, el calamar gigante de Nemo. Una gárgola de carne y hueso con las fauces dispuestas a devorar la tierra bajo nuestros pies. Una fotógrafa y amante de la naturaleza, Preeti Desai, la retrata y pregunta en redes sociales. La criatura de Texas se transforma entonces en el reclamo de un acuario extraterrestre, un fantasma para niños que se portan mal, un espanto para viejas solitarias, la octava plaga de Egipto, una baba de Satán. Un misterio, un titular, un acertijo, una pesadilla. Más de 6.000 RT y 15.000 FAV. Todo aquello que nos impulsa y nos motiva porque nos gusta vivir a oscuras. Hasta que un científico le pone nombre y apellidos en latín, que como todos los nombres científicos, tiene algo de cajón en orden, de habitación recogida, de sábana recién cambiada con olor a lavanda y arrugas por hacer. Aplatophis chauliodus. La anguila-serpiente de colmillos. Una especie submarina del golfo de México que no devora niños, sino pequeños peces y crustáceos. Un monstruo que pasa a ser solo un jeroglífico con la solución a pie de página.

También las ballenas fueron primero demonios, hasta que las identificamos y clasificamos. Después, tuvimos que inventar a Moby Dick. Es el camino habitual. Dividimos lo que no comprendemos en dos grupos, los milagros y los monstruos. La ciencia, esa aguafiestas, nos revienta a golpe de spoilers el origen de la bestia. Y después tratamos de darle un comportamiento humano para que vuelva a ser un monstruo, voraz, sangriento, traicionero, vengativo. Todo lo que somos nosotros mientras los monstruos viven su apacible vida de monstruos en un rincón a oscuras de nuestra imaginación.

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