La teoría es que nadie puede considerarse verdaderamente famoso hasta que no aparece en un crucigrama. Los pasatiempos son ejercicios mentales destinados a ocupar los flecos del día. Los cuadros negros que completan el rompecabezas de nuestra rutina. Una expresión más del vacío, que solo percibimos cuando lo hemos llenado. Esa es la principal premisa que demuestra la teoría. El vacío es el contorno que nos perfila. Si alguien llega a formar parte de él, nos delimita. Nos esboza. Nos construye. Cuando dejamos que alguien influya en nuestro entorno, se convierte en un tejido más de nuestro organismo. Y si lo hace desde un crucigrama, se entrevera con toda una sociedad de aficionados que remiendan su vacío con su nombre. Apellido de escritor irlandés, cinco letras, empieza por jota. Esa es fácil. Aunque jamás hayamos leído ninguna de sus obras.
Segunda teoría. Los términos informáticos y los relativos a las nuevas tecnologías ya aparecen en los crucigramas. Internet ya forma parte de nuestros procesos mentales. Llevamos computadoras de alta gama en nuestros bolsillos, con cámara de fotos incluida. URL de organización no gubernamental, tres letras. Ya no es una cuestión de uso expandido, sino que interviene directamente en nuestras agendas. Como mirar el reloj, como recalentar unas sobras, como pisar freno y acelerador con el pie derecho y embrague con el izquierdo. La mecanografía ha sustituido a la caligrafía. El dedo pulgar ha cobrado una nueva vitalidad. Pirata informático (término inglés), seis letras, la cuarta es una K. El futuro era la hiperconexión, con todo, con todos. Y nos ha colonizado como una especie invasora especializada en borrar del mapa todo lo que sucedió antes del advenimiento de Google. Las siete letras de ‘digital’ ya no hacen referencia a los dedos ni a los números. Como si hiciera milenios que dejamos de ser analógicos.
Isla y provincia de Indonesia, cuatro letras. Buscamos en Wikipedia y llegamos a Bali, donde el pasado 17 de marzo se celebró el Año Nuevo balinés, el Nyepi, un día sagrado para los hinduistas que se consagra a la meditación y el silencio. Según The Guardian, periódico con crucigramas, las autoridades decidieron desconectar internet en todo el territorio, a excepción de los aeropuertos, los hospitales, los hoteles y algunos servicios básicos más. Durante 24 horas. El gobernador insular declaró: “No creo que nadie vaya a morirse si desconectamos internet”. Tercera y última teoría. Nadie siente nostalgia por lo que sucedió hace cinco minutos. Y, sin embargo, ya es tan inasible como los juegos de nuestra infancia, el primer amor de nuestra adolescencia o aquellos tiempos en que todavía navegábamos fuera de la Red. Y ahora que vivimos cinco minutos más deprisa que antes, la publicidad, las artes audiovisuales y los medios de comunicación, sobre todo, se empeñan en recordarnos que éramos capaces de sobrevivir día a día sin internet. Y se puede, claro. Lo que no se puede es luchar contra la notaría de los crucigramas. Sitio web dedicado a compartir vídeos, siete letras.