Apocalipsis

Hay quien percibe trazas del Apocalipsis en la propuesta que Burger King hizo a McDonald’s de unir sus respectivos iconos en un hipotético McWhopper. Lo cierto es que la jugada olía a azufre, tanto por la genialidad de los primeros como por la pésima respuesta de los segundos. Si lo analizamos bien, no es el único sello que se ha roto esta semana. Rovio despide a un tercio de su plantilla para seguir lanzando sus Angry Birds con beneficios. La Bolsa china se desploma y los mercados occidentales reciben la noticia con el mismo rictus de sorpresa y horror con el que Fay Wray ve por primera vez a King Kong. El asesinato en directo de dos reporteros de la cadena WDBJ7 es atroz, pero demasiado chapucero, demasiado humano, incluso demasiado warholiano para ser una señal de la ira divina. Aunque nunca se sabe. Es difícil distinguir el Juicio Final de un día cualquiera en este mundo que estamos acelerando sin control. Por lo menos, para quienes catalogamos a San Juan como autor de ficción y solo creemos en la carga de las Valquirias sobre el Vietcong y en el Apocalipsis de Solentiname. Y este último, con reservas.

Como en las buenas (y malas) películas de desastres y hecatombes, el caos siempre tiene lugar en otro sitio. En China, en Rusia, en Estados Unidos. En el mar y el resto de fronteras, donde los dirigentes actuales han demostrado más imaginación que Dante, Dios y el Demonio juntos y han creado un nuevo castigo infernal, con el que sufren nuestras conciencias con las muertes de otros. La odisea de los migrantes es el quinto jinete y cabalga desbocado, mata a mansalva, en naufragios, en camiones, en vallas de metal, en las mentes de políticos sin escrúpulos o podridos de dinero. España, por su parte, parece un adolescente rebelde que prefiere elegir en persona quién se sienta a la derecha y a la izquierda del padre. También tiene pendiente elegir al padre. Y definir dónde están la derecha y la izquierda. Como concesión al caos, han permitido que se hable del mosquito y la chikungunya. Pero nunca hay que fiarse demasiado de los periódicos de agosto y sus alarmas sanitarias.Apocalipsis

Ahora que llega la época propicia, este bendito septiembre y su nochevieja triste y sin nombre, urge un lanzamiento de fascículos sobre cómo luchar contra el caos. También urgen una refundación de la ONU, un replanteamiento de las políticas migratorias, una auditoría de las farmacéuticas, un manual de economía para cortos de vista y un tendido masivo de hilos de Ariadna para encontrar la salida hacia la luz. Aunque quizá lo que urge sea solamente un apocalipsis.

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