Búsquense un ‘onetti’

En apenas unos minutos aterrizaremos en Santa María. Desabróchense los cinturones y apaguen los móviles. De hecho, olviden los móviles. Y los relojes de pulsera, las cintas en el pelo y las gafas de sol. Olviden la sal del Himalaya, el colorante del arroz y el adorno de perejil. Santa María es la isla desierta de los tres libros imprescindibles, de las tres películas sin las que no podrías vivir, de las imprescindibles cajas de whisky porque ya encontraremos algo para comer. En este territorio, las reglas las marca Juan Carlos Onetti. Fue él quien trazó el mapa, fue él quien puso nombre a todos los humanos, fue él quien descubrió que la vida es una bruma que esconde el misterio de que la vida es solo bruma.

OnettiDescendemos. Onetti es un escritor uruguayo. De los tiempos del Boom Latinoamericano. Olviden América. Olviden Uruguay. Olviden el Boom, la orfebrería de marfil de Borges, el triple salto venial de Cortázar, el grito de juguete de Benedetti. Olviden Comala, Macondo y el Trópico. Olviden lo que sea que elevó a Vargas Llosa al lugar que ocupa. Onetti se especializó en el fracaso. Se regodeó en el fracaso. Se quedó tanto tiempo en el fondo del pozo que acabó por descubrir la fuente que nos hace respirar. Que no es más que nuestro propio aliento. Nuestro propio impulso. La codicia, el amor, la tristeza, el sexo, el dinero, la muerte, el hambre. La pesadumbre como motor de una vida literaria que tuvo que inventar un territorio nuevo, Santa María, para hacer más comprensible la humanidad.

Tren de aterrizaje desplegado. Tocamos tierra. Onetti vivía en la cama. Recibía en la cama. Escribía en la cama. Contestaba entrevistas en la cama. Escuchaba a Gardel, invitaba a las estudiantes guapas y bebía whisky. Siempre sin descanso, siempre en el límite del plato diario y la hucha para tabaco. Onetti escribió su primera novela durante un fin de semana en que se quedó sin tabaco. O eso decía quien se confesaba fracasado a página completa y con titular de cuerpo enorme en el diario Clarín. Pero olviden a Gardel, a las jóvenes, el alcohol y el tabaco. Olviden la cama, sobre todo, la cama. Alguien dijo una vez que Onetti era el único autor que no se podía leer durante una convalecencia en un hospital. Y nada más que por eso, olvídenlo todo. Y búsquense un onetti en edición de bolsillo. Cualquier onetti. Bienvenidos a Santa María.

4 comentarios en «Búsquense un ‘onetti’»

  1. Hay comentarios de cosas que aburren y otros que hasta pueden llegar a emocionar por todo lo que dice y todo lo que, más que decir, apunta. El de Rafa Burgos por la exposición de Onetti en la UA es de los segundos, es un breve que me gusta y hasta me emociona un poquitín por tantos recuerdos que me insinúa.

    • El propósito de un texto así es conseguir que alguien sienta ganas de leer algo de Onetti. Lograr, además, que un experto en Literatura Hispanoamericana se emocione es el mejor combustible para las calderas del Faro.
      Muchísimas gracias, José Carlos. Vuelve siempre que quieras.

  2. Buenas noches, necesito su ayuda, estoy haciendo un trabajo sobre Onetti,para el curso de literatura del liceo.Elegí el cuento «El Impostor».
    Me pareció interesante porque el narrador encarna un personaje femenino.
    Lo malo es que aunque podemos utilizar reseñas, no encuentro ninguna que interprete el cuento.Podría ayudarme? Muchas gracias !!

    • Hola, Verónica. Voy a tratar de buscarte información. Enhorabuena por leer a Onetti. Y muchas gracias por visitar el Faro.

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