Elvis vive, claro. Es un anciano que pasa sus días en un asilo junto a compañeros de su misma edad como JFK, que sobrevivió al tiroteo de Dallas tras una operación quirúrgica que lo volvió negro. Ambos deberán enfrentarse a la maldición de una momia que, como casi todas, ha vuelto del reino de los muertos para destruir el de los vivos. A grandes rasgos, este es el argumento de la película Bubba Ho-Tep, una de las escalas en el viaje por la cinematografía de Don Coscarelli, ejemplo típico de director de serie B. Iván Escoda (Alicante, 1978) acaba de dedicarle una biografía que presentará mañana en la librería Ateneo y defiende el subgénero del cine de bajo presupuesto con pasión. “Son películas en las que puedes dar rienda suelta a la libertad absoluta, puedes contar historias y mostrar cosas que serían imposibles de encontrar en las películas de serie A”, es decir, las destinadas a un estreno comercial y un público masivo.
Don Coscarelli, El funeral va a comenzar (editorial maLuma) es un paseo por los sótanos de Hollywood. “Coscarelli es un director desconocido cuyas películas se estrenan directamente en Blu-Ray, pero tiene muchos seguidores que le consideran un autor de culto”, señala Escoda. “Su cine es muy entretenido y te encandila con una mezcla de terror, ciencia ficción y humor”, continúa. Tras un par de cintas que pasan sin pena ni gloria, en 1979 alcanza cierta relevancia con Phantasma, que se convertirá con el tiempo en el inicio de una saga que ya lleva tres secuelas. Y tres años más tarde, alcanzará una efímera primera división con El señor de las bestias. “Es la época de Conan el Bárbaro y de las primeras sagas de terror de los 80”, explica Escoda, “todos los estudios quieren historias de guerreros medievales o franquicias como las de Freddy Krueger”. Sin embargo, Coscarelli no es Wes Craven, John Carpenter o John Landis, genuinos representantes del terror de los 80. “Quizá es porque prefiere realizar el cine que le apetece”, continúa su biógrafo. “Hay un momento en que a Coscarelli le ofrecen dirigir las secuelas de Conan y de Pesadilla en Elm Street, pero las rechaza, nadie sabe muy bien por qué”.
La carrera de este cineasta de origen libio continúa hasta la actualidad. Pero su ecosistema se desvanece. “Coscarelli es el típico director que descubres en los videoclubs”, comenta Escoda, “pero están desapareciendo, con lo que ahora mismo este tipo de artistas se encuentran en una especie de limbo cinematográfico, pese a que cuenta con miles de seguidores en las redes sociales”. Así, rebuscando entre las estanterías de los videoclubs, es como alimentó su cinefilia este alicantino, licenciado en Historia. Como en tantos otros de su generación, ET, el extraterrestre fue la semilla que engendró su obsesión por las sombras de la pantalla. “Cuando era pequeño íbamos menos al cine”, recuerda, “y yo siempre estaba deseando volver. Por la magia, por la evasión, por esa hora y media o dos horas en que te olvidas de todo”. “Hay películas con las que te da la impresión de que has estado conviviendo con los personajes durante meses”.
Sucesivamente, fue conociendo a algunos de sus directores preferidos, como Carpenter, David Cronenberg, Steven Spielberg, Alfred Hitchcock o David Lynch. Y, sobre todo, fijó la mirada en el cine de género. “Reivindico la ficción y el terror porque son divertidos”, sentencia. Aunque reconoce que, sobre todo en ejemplos de serie B como el de Coscarelli, hay títulos muy difíciles de encontrar salvo en el territorio de la piratería, que rechaza. “Es raro que los grandes estudios no saquen su catálogo completo a la venta, aunque sea para ver las películas en streaming”, sugiere.