Titular de portada. Un escalofrío recorre la Columbia británica, provincia canadiense con capital en Victoria y con Vancouver como principal reclamo para geógrafos sin carné. La semana pasada, Mike Johns paseaba con su perro por la costa y descubrió los restos de un pie humano enfundado en un zapato. Es la decimotercera vez que ocurre, por lo que entre la ciudadanía se sospecha ya de un asesino en serie con cierta obsesión por las extremidades inferiores, un fetichismo llamado podofilia que no es tan extraño, pero que en esta ocasión cobra tintes macabros. En el tranquilo país norteamericano, se investiga la extraña puesta en escena de los pies náufragos, perfectamente calzados, con calcetines incluidos en la mayor parte de las ocasiones. Viernes y Robinson, atacados por un perturbado al que, con cierta retranca, ya llaman Moby Dick, por su afición a escupir las piernas al mar. Tibia, peroné y tarsos descarnados por la fauna marina, blanqueados por la sal y pulidos por las mareas en una puesta en escena que remite a una versión marinera de los horrores de criminales como el estadounidense Ed Gein, cuya tétrica historia inspiró películas como Psicosis o La matanza de Texas.
Reportaje de fin de semana. La semana pasada, Mike Johns paseaba con su perro por la costa de Vancouver y descubrió los restos de un pie humano enfundado en un zapato. Es la decimotercera vez que ocurre. Pese a que la imaginación de los canadienses ha puesto en marcha el engranaje del terror, achacando estos hallazgos a un posible asesino en serie, las autoridades investigan la posibilidad de que las extremidades humanas provengan del tsunami que asoló la costa asiática en 2004. Todavía quedan pendientes los análisis de ADN, que hasta ahora no son concluyentes, pero los expertos sostienen que el flujo de corrientes en el Pacífico, un torrente submarino de gran valor ambiental, pero amenazado por el incesante vertido de plásticos a la costa, podría seguir depositando restos de las víctimas de aquella catástrofe. Una comisión formada por científicos de Canadá y de los principales países arrasados por el tsunami colabora en el esclarecimiento de este fenómeno.
Breve en página par. La semana pasada, Mike Johns paseaba con su perro por la costa de Vancouver y descubrió los restos de un pie humano enfundado en un zapato. Es la decimotercera vez que ocurre. Pese a que la ciudadanía especula con la existencia de un asesino en serie, o incluso de que los pies procedan del tsunami asiático de 2004, un portavoz de la Oficina del Forense de la Columbia Británica asegura que ningún caso sugiere un homicidio, que hasta ahora han identificado los restos como pertenecientes a víctimas de accidente o suicidio y que las trece veces han dado con una explicación razonable. Sobre todo, que ciertos materiales utilizados en la industria del calzado pueden flotar y dejar tibia, peroné y tarsos a la deriva, hasta que finalmente llegan a la costa.
Pues así, con todas las noticias. Hablen de lo que hablen.