La belleza del fracaso

La única manera de admirar la belleza de un patio de butacas vacío es desde el escenario. Desde la playa de asientos, los teatros guardan una promesa, un tacto suave de terciopelo, las reverencias fantasmas de las noches de gloria. Pero la belleza se limita a la argamasa amable de los números, al rococó de las molduras, a la matemática perfecta de la arquitectura. Desde las tablas, sin embargo, un patio de butacas vacío y en penumbra pertenece a otra matemática, la efímera física de la música y la poesía, que luce mejor cuanto menos se distingue. Desde arriba, bajo los focos que solo amanecen en las noches de función, las ausencias perfectamente alineadas son el pellizco de un ensayo general, un cancionero de silencios, la metamorfosis del atrezo que precede en cinco minutos exactos al momento en que se abrirán las puertas para que comience a entrar el público. Un patio de butacas vacío, desde el escenario, es el instante preciso en el que el mago se estira las mangas. O la aventura del actor italiano Giovanni Mongiano, enfrentado a un desierto de palabras en el Teatro del Popolo de Gallarate. Un hermoso fracaso.Giovanni 1

La única manera de admirar la belleza de un fracaso es desde el escenario. Escuchar a la cajera que te dice que no ha cortado una sola entrada e, inmediatamente, dar orden a los técnicos de que activen el artificio. De una función, de una vida. Salir del camarote a saludar al iceberg contra el que vas a naufragar. Grabar con el móvil la tormenta del fin del mundo. Escuchar con atención tu propia voz, el crujido de las maderas, el eco de tus pasos y hasta el dolor de tus rodillas. Y fracasar, como siempre. O como nunca, porque el fracaso siempre te sorprende en la esquina en la que te lo estás buscando. Fracasar en tres actos, fracasar durante todo un monólogo, fracasar en una noche fría y sin público, fracasar junto a ese perchero que te esconde los personajes, junto a esa silla que es todo un salón. Fracasar hasta convertir tu fracaso en una obra de arte. O en una hermosa noticia en el Corriere della Sera.

Giovanni 2La única manera de admirar la belleza de una noticia es desde el escenario. Abrillantar los titulares de medio mundo. Cortar el mazo y repartir las cartas de la polémica, protagonizar por una vez un debate de doctores, contestar casi sin voz a la pregunta que trata de definir lo que es una obra de arte. Representar la dignidad, el absurdo, la farsa o la fe del oficio, según sea la metafísica del barrio por el que transitas. Dejar un charco de dudas al final del último párrafo. Un hueco en el estómago. Una melancolía por rematar. Un estallido de soledad. La mejor manera de explicar una historia es no saber dónde acaba ni qué es lo que quiere contar. Para que sea el lector quien encuentre esa belleza del fracaso que jamás poseen las historias de los héroes.

Telón.

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