La Humanidad sube al ring

Soledad en el ringProbablemente es el único combate de boxeo de la historia en el que no hace falta dar más dato que el nombre de los dos contendientes. En una esquina, Floyd Mayweather Jr. En la otra, Manny Pacquiao. No es necesario añadir la categoría en que pelean; de hecho, ni aparece en las noticias. Ni siquiera el lugar en el que se ubicará el cuadrilátero, ya que la pelea tendrá lugar en Las Vegas, esa ciudad que solo existe cuando los focos se iluminan sobre ella, pero la onda expansiva llegará por cable hasta el último rincón habitado de la Tierra. Finalmente, tampoco es preciso dar la fecha, porque desde el pasado miércoles, cuando tuvo lugar el cara a cara de presentación, todos los relojes marcarán la cuenta atrás hasta el 2 de mayo. Nombres, medios y cifras dan la medida de un espectáculo que tiene en Showtime y HBO su domicilio, en Forbes su principal referencia y en los periódicos deportivos un apoyo colateral.

Y sin embargo, cuando suban al ring, Mayweather y Pacquiao estarán solos. Con sus meses de entrenamiento, sus consignas desde la esquina, sus patrocinadores, sus managers, sus familias. Sus millones de seguidores, sus millones de dólares, sus amigos y sus apelativos. Sus estrategias calculadas, sus preparaciones físicas, sus preceptos psicológicos, sus carreras, sus rankings y sus récords. Con sus victorias y las contadas derrotas de Pacquiao. Serán el eje sobre el que gire el planeta del deporte, el punto de fuga de todas las miradas, la esperanza de millones de apuestas pobres y el balance de cuentas de unas pocas apuestas millonarias. Algún dios de la guerra los ha creado contemporáneos y de hechuras similares con el único fin de que llegara este enfrentamiento. Pero estarán solos, uno frente a otro, con los mentones, las cejas, las orejas, las barbillas y los costados separados por apenas dos pares de guantes.

Ring estilizado
Fotograma del documental que El Faro del Impostor está realizando con Kiko Martínez de protagonista.

Siguiendo los pasos de Kiko Martínez para nuestro documental, he podido aprender más de él que del boxeo, en realidad. Porque los púgiles son los verdaderos mecanismos complejos de este deporte. El resto lo llevamos dentro, entre cromosomas. Es nuestro instinto de supervivencia, es nuestro sudor. Es el hambre que nos llevó a cazar, es la defensa de nuestro territorio, nuestro sentido del espectáculo, los 30.000 versos de Homero, la sangre vertida en el trayecto señalizado por Darwin, el tongo de la caída de los dioses y la protección de nuestra prole. Es la humanidad entera estilizada en solo dos personas, igual que un ring son solo cuatro palos y una cuerda. La historia que nos sacó de Atapuerca y nos ha depositado en el umbral de la era que viene. El miedo, la ira, las reglas, la fuerza, la duda, la inteligencia, el ataque, la defensa, la sinrazón, la disciplina. Por eso nos apasiona o nos repele. Porque, en realidad, una vez que suene la campana, en la soledad de Mayweather y Pacquiao estaremos todos.

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