Es un final de los que te dejan sin aliento. Como el de Million Dollar Baby, como el de Atraco perfecto, como el de Magical Girl. El más cinéfilo de todos los videoclubs que han existido en Alicante, el Poliplex, funde a negro por fallecimiento del propietario, Norberto García, y cese de actividad. Es la cartela final de un negocio que durante décadas fue nodriza para amantes del cine. Punto de reunión, sala de encuentros, foro de debate y toda la historia que nació con los Lumière repartida entre estanterías. Desde los Hermanos Marx hasta los últimos estrenos del matrimonio entre Disney y Marvel. El cierre del emblemático Poliplex, sin embargo, es como la escena final en el aeropuerto de Casablanca. El desenlace lógico que nadie quiere ver. “En los últimos diez años se ha producido un descenso de más del 90% en número de locales”, señala José Luis Carrera, presidente de la Asociación Española de Videoclubs (Aevideo). Una hecatombe que “en cualquier sector se consideraría el fin definitivo de la actividad”.
Los últimos datos que maneja la asociación son escalofriantes. En 2009 existían 3.830 videoclubs en toda España. Dos años después, apenas quedaban 1.158. El último recuento es de principios de 2014, cuenta tan solo 784 supervivientes y anticipa una “clara tendencia a la baja”, según Aevideo. Las cifras son aún peores si se echa la mirada más hacia atrás. “En los años 2004 y 2005 se contabilizaban unos 11 o 12.000 puntos de venta”, recuerda Carrera. “Fue el momento álgido de los videoclubs, justo cuando comenzó una rápida penetración en el mercado del DVD mientras el VHS aún se mantenía con fuerza”. Ni la propia Aevideo, con sede en León, se ha librado de la catástrofe. Es la reducción de la antigua federación de asociaciones provinciales, que en 2008 se agrupó para hacer las cosas más sencillas, según relata su presidente.
“El destrozo del mercado nos hace insignificantes”, asegura Carrera. “Es duro. En las reuniones del sector, tenemos que tener cuidado con lo que hablamos, porque a la gente le molesta que les digas que el futuro no existe, por muy bien que lleguen a hacerse las cosas”. Trata de mantener el tipo y la ilusión. “Pero ahora, mi teléfono es más el de la esperanza que otra cosa. La gente me llama angustiada y no veo solución ante tanto desencanto. Me he dado cuenta de que solo somos pequeñas marionetas, tanto nosotros como los empresarios del cine”, se lamenta.
Como tantos otros, los males de «la pata más frágil del sector del cine» son endémicos. “De los Pirineos hacia arriba, la situación no es la misma”, señala el presidente de los videoclubs. “En España, el descenso de locales entre 2009 y 2014 es de un 87%, mientras que en otros países como Alemania, Francia, Italia o el reino Unido es más o menos del 15%”. Y encuentran vías de escape que aquí están taponadas. “Allí se está derivando hacia el mercado digital, que es mucho más rentable en Europa. Los videoclubs de barrio se están uniendo en el negocio online ya desde 2009”. Pequeños negocios con la mirada puesta en lo global. “Esto en España es inaudito e imposible”. “Sí ha habido intentos, con inversiones brutales, pero se han arruinado todas. Solo quedan Wuaki.tv, a quien un grupo inversor japonés ha salvado de la ruina”, asevera. “O Nubeox, que es del grupo Atresmedia y está centrado en los productos de la cadena, y Movistar, también con contenidos y una estrategia muy clara”. Carrera da un ejemplo más, “Filmin, que es una empresa de héroes que aguanta por la participación de gente muy potente del empresariado cinematográfico español, como Pedro Almodóvar, a través de la distribuidora Cameo, y por su gran especialización en cine independiente y minoritario”. Exploradores solitarios y sin seguro a todo riesgo, en opinión de Carrera. “A fecha de hoy, el mercado online es deficitario para todas estas operadoras. Lo único que funciona es la descarga ilegal de películas”.
Nacido en los 80, el mercado del vídeo supuso toda una revolución para los espectadores de cine. Era el cine en casa, sin restricciones, sin entradas, sin horarios. La posibilidad de acceder a cintas que no se estrenaban en las salas de provincias; en el caso del Poliplex, la extensión perfecta de los Minicines Astoria. O el mejor aliado para ver, repetir, pausar, rebobinar y adelantar esas películas que solo con verlas una vez ya se convierten en un trozo de la historia personal de cada cual. Pero el negocio que se hizo multimillonario con películas como ET, el extraterrestre se hunde sin remisión. “La mayoría de la gente que sigue en el sector del videoclub o está atrapada económicamente» en locales que han perdido gran parte de su valor con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria «o está cerca de la jubilación y esperando para cerrar”, indica Carrera. “Hay otros que no tienen grandes necesidades de obtener un rendimiento económico y son unos apasionados del cine y lo viven a su manera”, continúa, “como parece ser el caso que me cuentas de Alicante”. Es una sensación similar a la que sienten los libreros. Propietarios que prefieren el amor entre Cary Grant y Deborah Kerr en Tú y yo a un cheque al portador. “No comerciamos con un producto que pase inadvertido, las películas no son cosas inanimadas, sino que llevan dentro emociones muy intensas para el consumidor. Es un producto mágico que te termina impregnando”.
Toda historia que se precie cuenta con un gran villano. Toda Rebeca necesita una Señora Danvers. En este caso, la piratería. Carrera deja espacio para el optimismo. No hay muchas, pero las buenas secuelas existen. “Yo sigo creyendo que se puede luchar”, dice. “Pero necesitamos implicación de las instituciones. En España hemos cambiado la forma de conducir gracias a la intensificación de controles, el aumento de las multas y la implantación del carné por puntos. Ahora la gente se lo piensa más a la hora de correr. Pues con la piratería pasaría lo mismo”, sugiere. “Si mañana hubiese un cambio de mentalidad, en dos semanas se cortaría la piratería. Todo consiste en tomar una simple decisión. Y los videoclubs registrarían una subida, seguro”. Tiene pruebas. “En enero de 2012, con el cierre de Megaupload, se registró una subida de caja del 41% de media durante los tres primeros meses posteriores. El primer fin de semana tuve que reforzar la plantilla» de los dos locales que Carrera regenta en León, «porque no dábamos abasto”. Fue, quizá la última bocanada de un sector que si nada lo remedia, parece haber llegado a la secuencia final.