Niñas (y 3). El turbio trasfondo del secuestro de Nigeria

Hace mes y medio, el grupo Boko Haram secuestró a más de 200 niñas en una escuela cristiana de una aldea de Nigeria. Su objetivo inicial era convertirlas al Islam, liberarlas del yugo occidental, según los captores. Poco después, se demostró que las menores no eran más que moneda de cambio. Los líderes de Boko Haram las sacaban al mercado como precio para la libertad de alguno de sus acólitos. Este caso levantó una polvareda internacional y originó una campaña, #BringBackOurGirls, en la que participaron rostros relevantes de todo el panorama internacional.

Tras unos días en los que parece que el secuestro ha estado silenciado por la UEFA Champions League y las Elecciones al Parlamento Europeo, hoy ha aparecido un nuevo rastro de las pequeñas nigerianas. Según todos los medios, cuatro de ellas han conseguido escapar. El goteo de noticias continúa. Y El Faro del Impostor ha hablado con la periodista Ethel Bonet, especialista en el mundo islámico, con una década de experiencia como corresponsal en Oriente Medio para diversos medios de comunicación y estancias en diferentes países, entre los que se encuentran Egipto, Pakistán, Siria, Yemen o Líbano, donde actualmente reside. Desde Beirut respondió por internet antes de partir hacia El Cairo, para cubrir las elecciones generales egipcias. Y lo hizo con conocimiento de causa, ya que visitó el norte de Nigeria, sede de operaciones de Boko Haram, ya antes de que se produjera el secuestro.

En aquel viaje, Bonet ya alertó del terror que la banda armada estaba causando en la zona. Sin encontrar demasiado interés en los medios para los que trabaja. Boko Haram nació de la mano de “Mohammed Yusuf, un clérigo, un predicador islamista que estaba en contra de los valores occidentales”. Sin embargo, sus acciones eran muy distintas a las actuales. “Nunca emplearon la violencia de ahora. Estaban organizados como una especie de secta, con sus escuelas coránicas, más que un movimiento armado como es ahora”. Yusuf fue abatido por las fuerzas de seguridad nigerianas en 2009 y sus seguidores “recrudecieron sus asaltos” y se convirtieron en un “grupo separatista que ha declarado la guerra al Gobierno”. “Desde entonces, Boko Haram pasó a ser extremadamente radical bajo la dirección de Abubakar Shekau”. En principio, reivindicaban “la independencia del norte de Nigeria y su paso a Estado islámico. Pero tras su radicalización pasaron a querer implantar un estado islámico en todo el país”. La tormenta de sangre arreció con la llegada de 2014. “Podría decirse que hay una acción reacción desde que el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, dijo a principios de año que el estado le estaba ganando la guerra a Boko Haram. Desde entonces, sus acciones han sido más violentas”.

No parecía que el ámbito de actuación del grupo armado fuera el más apropiado. “En el norte de Nigeria hay mayoría musulmana y el sur es cristiano. Pero hasta en Maiduguri, que es la cuna de Boko Haram, hay sitios donde se puede beber alcohol. Se respeta la convivencia de una sociedad mixta”. Sin embargo, el aislamiento geográfico y económico de la zona y la proximidad de la selva alimentaron su supervivencia y crecimiento. “Funcionan de manera parecida a los talibán, con las directrices de cualquier grupo fundamentalista o salafista: la implantación de un Estado islámico. Si derrocaran al Gobierno sería como en Afganistán en la época talibán”. Sin embargo, mientras los radicales afganos siguen sus normas al pie de la letra, en el caso de los nigerianos la cosa varía. “La diferencia, quizá, es que Boko Haram no parece tener un ideario. Matan por igual a musulmanes, cristianos, niños o mujeres. No tienen ideales ni agenda política, no están luchando por un estado islámico. De hecho, en el norte de Nigeria ya existe la sharia (ley islámica), no tiene sentido demandarla cuando ya están bajo jurisprudencia islámica”.

Y aquí comienzan las brumas. “No está claro quiénes son ni qué quieren. Eso es lo que se preguntan hasta los mismos nigerianos. No saben nunca por dónde van a salir ni dónde van a atentar. Incluso la gente dice que por las noches han oído helicópteros que van a la selva, donde se refugian, y les llevan armas. ¿El Gobierno lo permite?, ¿quién les apoya?, ¿quién está detrás y qué intereses defiende? Eso nadie lo sabe, solo hay rumores sin fuentes precisas, pero parecen dar pistas de que hay algo turbio detrás”.

El secuestro de las niñas fue la acción que los puso en boca de todos. “En aquella zona es muy habitual la trata de niñas, no es la primera vez que se producen secuestros, principalmente de menores cristianas. Lo que no es habitual es la parafernalia de los vídeos y la difusión internacional. De ahí que resulte tan sospechoso”, sostiene la periodista. La estrategia puede entenderse como un error que convirtió al grupo liderado por Shekau en objetivo global. Pero también como un excepcional reclamo publicitario. “Ahora, de repente, todo el mundo conoce a Boko Haram. Y los Gobiernos, especialmente el de EEUU, envían contingentes militares (drones, tropas) en la frontera con Chad, donde hay una fuerte actividad de Al Qaeda y grandes reservas de petróleo o coltán”. Un caso muy diferente al de la guerra de Siria, por ejemplo, donde “hay millones de civiles víctimas de una guerra y nadie ha hecho nada. La comunidad internacional no se ha volcado igual”.

“Los integrantes de Boko Haram han demostrado ser muy buenos a la hora de organizar atentados. Aunque para un grupo como este no es ninguna proeza secuestrar a las niñas de una aldea perdida donde no llegan las fuerzas de seguridad del Estado”. No obstante, “es extremadamente complicado colocar bombas en la capital, en edificios gubernamentales o en comisarías. Eso no lo hace una banda de asesinos violentos, sino un grupo muy bien estructurado y organizado”. Para Bonet “es muy probable” que los fundamentalistas nigerianos reciban ayuda de Al Qaeda, aunque todavía “no está claro”. Lo que sí es evidente es que “Boko Haram es cada día más fuerte y están bien organizados”.

Las acciones emprendidas por Occidente en las últimas décadas, en especial en países subdesarrollados atiborrados de materias primas podría ser perfectamente el trasfondo del secuestro perpetrado en una pequeña escuela cristiana de Nigeria. “Todo parece indicar que pueda haber negocios con nuevas firmas internacionales para extraer el petróleo nigeriano, un acercamiento diplomático para estrechar lazos con una de las mayores economías africanas”. Una riqueza que “solo disfrutan unos pocos”. “Occidente manda ayuda militar, protege la frontera, todo con el apoyo global hacia una causa terrible como es la de las niñas, que casi con toda probabilidad serán rescatadas, y a cambio recibe el beneplácito para la explotación de crudo en el marco de un país que ha ganado protagonismo internacional”. Un relato sucio y oculto que “no se puede demostrar pero que no sería la primera vez que ocurriera”.

Ethel Bonet

La periodista Ethel Bonet, en las calles de Beirut. / Foto: Diego Ibarra

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