Psicópatas de conveniencia

Cada vez que llamas a tu expareja para felicitarle por su cumpleaños, demuestras que eres capaz de masacrar a un gatito. Cada vez que le preguntas por sus hijos, en realidad ocultas que necesitas saciar tus ansias sexuales. Cada vez que recuerdas una anécdota de tu pasada vida en común con alguien, te acercas más a la posibilidad de asesinar a otra persona por el simple placer de chapotear en un charco de sangre. Llevarse bien con las exparejas no es una señal de amistad, apertura de mente y buenos modales, sino una psicopatía asociada a la búsqueda del beneficio propio, según acaba de determinar un estudio científico. Somos la especie que pone escolta al último ejemplar del animal a cuya extinción hemos contribuido. Hasta el menor rasgo de solidaridad y empatía denota nuestra perversidad.Corazón

Dice el análisis de más de 800 personas realizado en la Universidad de Oakland que seguir manteniendo una relación de amistad con nuestras exparejas solo se debe a rasgos oscuros de nuestra personalidad que persiguen un intercambio continuado de recursos deseables. En realidad, lo que esconde entre líneas esta investigación es que somos un animal solitario que se agrupó en sociedades por mera conveniencia. No podemos reproducirnos y perpetuar la especie solos. No podemos defendernos de los depredadores solos. No podemos capear con los temporales solos. Somos gregarios por interés, pero conservamos comportamientos que nos dicen que fuimos un mal experimento que salió bien.

Da igual si te llevas bien con tu ex, si guardas compulsivamente las bolsas de plástico perfectamente ordenadas en un cajón de la cocina, si evitas por todos los medios decorar tu casa con fotos de familiares y amigos. Siempre olerás a sospecha. Da igual incluso que te vuelques en proyectos solidarios porque alguien será capaz de subrayar que lo haces por conseguir un reconocimiento que solo no puedes alcanzar. Nos pasamos un tercio de la vida pretendiendo ser diferentes y luego, cuando llegamos a la edad de poder firmar estudios universitarios, nos entra el terror de descubrir que hay vida fuera de los márgenes. El resultado de cualquier estudio nos dirigirá hacia la gran respuesta que no queremos oír, la de que nadie se libra de la imagen del espejo y su poderoso instinto de conservación. Somos psicópatas, neuróticos, depresivos, cobardes, egoístas, defectuosos. Un atlas geográfico de la salud mental. Da igual cómo nos comportemos. En el fondo, solo somos animales huraños y desconfiados con gigantesca tendencia a estar en posesión de la verdad.

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