Leo en el blog de Arturo Checa que la próxima escena de un crimen será un puerto USB. Es más, el asesinato, al igual que la música, el cine o la literatura, se encamina hacia la pérdida del soporte y el intermediario, ya que las conexiones inalámbricas son las que percutirán la bala cibernética. Todo nace en el Internet de Todas las Cosas (IoE, en sus siglas en inglés), un nuevo peldaño en la evolución tecnológica que ni siquiera la policía europea, Europol, es capaz de definir. Y sin embargo, desde el cuerpo de seguridad continental ya avisan en un escalofriante informe de que un marcapasos conectado a internet es capaz de generar una descarga eléctrica letal o de que basta un clic para bombear una sobredosis de insulina. Bajan las acciones de los CSI y suben de nuevo las de Sherlock Holmes, siempre que el detective de Baker Street tenga conocimientos de informática a nivel de usuario. Se acabaron los rastreos de huellas digitales. Del viejo crimen solo quedará la silueta de tiza en el suelo.
El informe de Europol se apoya, entre otras fuentes, en una nota de prensa de una empresa especializada en seguridad, IID, que alertaba de que antes de que acabe el año, este año, podría caer la primera víctima mortal de un hacker certero. Alude la firma norteamericana al rumor que sostiene que los servicios de seguridad de la Casa Blanca obligaron al exvicepresidente Dick Cheney a desconectar su marcapasos ante una amenaza de ciberterrorismo. Esta historia fue recogida por la serie Homeland, aunque en realidad remite más a la británica Black Mirror. En un día de mañana que podría perfectamente caer en un puente del próximo calendario, el afán tecnológico puede hacer caer gobiernos, separar parejas o causar un Apocalipsis que grabaremos con el móvil y nunca llegaremos a compartir en las redes.
El asesinato por cable ha dejado de ser competencia de los villanos del Oeste y de sicarios como Luca Brasi. Las últimas tecnologías arrinconan a los criminales analógicos como Charles Manson, condenado a cadena perpetua y, lo que es aún peor, a alimentarse únicamente de alimentos líquidos, a servir de referencia pop para artistas más o menos transgresores y a protagonizar una boda donde lo verdaderamente inquietante es la novia. Una ley no escrita defiende que cuanto más nos alejamos de 1984, más fácil es citar a George Orwell. Pues con el ciberasesinato llegará la Policía del Pensamiento. Igual deberíamos dejar otra vez la evolución en manos de Darwin. Porque, además, Spectra ya sabe que todos los coches incorporan GPS.
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