Historias del Tonazzi

Tonazzi 2La primera vez que abrieron las puertas del Café Tonazzi fue hace treinta años. La última será el próximo lunes. Tres décadas de vida laboral de uno de los locales más emblemáticos de la ciudad acaban con una discreta despedida por jubilación de su propietario, Ricardo Tonazzi (Suiza, 1951), quien llegó atraído por el clima y el tamaño asequible de una ciudad en la que sintió que «podía echar raíces». “Después de pasar por Irak y Arabia Saudí trabajando para empresas suizas, quise aprender español”. Era el complemento perfecto para su alemán natal y su inglés adquirido. Eligió Salamanca para un curso intensivo de tres meses que luego se prorrogaron. Y de un café de la Plaza Mayor salmantina importó la idea de “un café de inspiración modernista que fuera tranquilo, donde se pudiera leer y alargar las tertulias y que por la noche sirviera copas”. Y así quedó. Barra de mármol, pocas mesas, decoración evocadora, buen café, amplia selección de periódicos y un par de ventanas enrejadas que permiten perderse en lo que pasa fuera desde dentro. Pero no al revés. [Poco después, ya en 1987, la Chica de COU me llevaba por primera vez al Tonazzi. Nunca supe por qué la había visto llorando en un escalón del instituto, como quizá ella nunca supo por qué no pude superar la timidez. Pero así fue como conseguimos espolear una amistad que todavía continúa y que sentó las bases de otro mundo, el mundo en el que ya se movía la Chica de COU y que a mí todavía me llevaría un par de años descubrir, entre discos de The Cure, locales como el Santa Bárbara y charlas interminables sobre cine, idiomas y deportistas argentinos]

Tonazzi 3“Al principio, costó”, recuerda Tonazzi. Pero no tardó en consolidar su propuesta, con Maxi al frente de las operaciones. Su ubicación, en pleno centro de la ciudad, pero en segundo plano, convertía la cafetería en el lugar idóneo “para los desayunos del personal de las oficinas de alrededor, para las copas por la tarde de arquitectos, médicos, abogados y empresarios” que aparecieron primero con agendas y libretas y luego, sucesivamente, con sus ordenadores portátiles y sus smartphones. Era un apeadero en medio de la vorágine, la estación término de cada jornada laboral, la madriguera contra los depredadores de los negocios. [Y el refugio antiaéreo en el que el 11 de septiembre de 2001 conseguí eludir los cascotes y el horror que habían estallado poco antes de comer, con el primer avión que impactó contra las Torres Gemelas de Nueva York. Tras horas sin poder apartar la vista del televisor de casa de mis padres, logré marcar el número de teléfono de la que todavía no era Moon River pero ahora sí, para suplicarle que me arrancara de allí, que me llevara donde fuera, que no podía soportarlo más. Y acabamos en el Tonazzi, donde mientras la calle oscurecía, la televisión no dejaba de mostrar imágenes del ataque, salpicando una conversación que trataba de encauzarse hacia mis primeras vacaciones como periodista, sus tareas como profesora, los cantantes franceses, los viajes a Barcelona y los escritores argentinos]

Tonazzi 4En treinta años, el café de la calle Belando esquina a Berenguer de Marquina ha capturado una serie de fieles entre los que se encontró durante un tiempo el alcalde que venció en las primeras elecciones municipales tras la muerte de Franco, José Luis Lassaletta, “incluso cuando aún estaba al frente del Ayuntamiento”, según recuerda Tonazzi. La sede de UGT está muy cerca y nutría de sindicalistas un café en el que también era habitual reconocer a políticos de todos los partidos. Buena parte de las conversaciones intervenidas por la policía al empresario Enrique Ortiz durante la investigación del caso Brugal tiene lugar en el Tonazzi, según narra el propio magnate a sus interlocutores mientras agitaba los hilos de la ciudad. “Le gustaba venir mientras se podía fumar aquí dentro”, relata entre risas el propietario del local, que reconoce que “la prohibición de fumar en el interior de los locales, unida a la crisis, fue un duro golpe” para quien no disponía de terraza. Pero el café siguió abierto, los feligreses cumplían cada día con su ritual y los políticos seguían eligiéndolo por su ubicación y su discreción. Como los responsables de la última campaña electoral de Compromís, que diseñaron sobre las mesas de mármol la estrategia que les llevó a conseguir su mejor resultado en la ciudad en las municipales de 2015. [Cuando dejé el trabajo que me permitió reconocer a todos estos personajes, convertí el Tonazzi en el lugar en el que se me podía encontrar cada mañana, generalmente junto a una ventana, en busca cada miércoles de la columna de Leila Guerriero, o las de Antonio Lucas, Manuel Jabois, David Trueba o Luis Martínez cuando tocaran. Con un bombón, servido por Noelia o David, he pasado cuatro años observando y aprendiendo de nuevos conocidos, en ocasiones acompañado de la Traductora, con la que he compartido conversaciones sobre Joyce y Murakami, los falsos amigos, el cine clásico que nadie se debe perder, la filosofía alemana, la cocina vegetariana y las sonrisas argentinas que he elegido vivir]

Tonazzi 1Preferimos un local determinado porque solo una costumbre nos aísla de la rutina. Buscamos un buen café, una gama de diarios, una señal de wifi, un trato diferencial. Y nos quedamos porque ninguno de nuestros mundos se puede crear en solo siete días. Treinta años después, cierra el Café Tonazzi, con esa sensación agridulce de quien acaba un buen libro de historias propias y ajenas.

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4 pensamientos sobre “Historias del Tonazzi

  1. Los que habitualmente íbamos al Tonazzi, nos va a costar encontrar otro café que lo supla. Nos habíamos acostumbrado a ver a las mismas personas, que eran fieles al lugar y a la hora, nos habíamos acostumbrado al buen café que hacía, nos habíamos acostumbrado al servicio de Nielia y de David. Nos habíamos acostumbrado a leer la Prensa a la que Ricardo estaba abonado, el Marca, el Información, El Mundo y El País. ¿Quién da más? Es difícil buscar un sustituto. Lo vamos a echar de menos. Gracias Rafa, por el tema que has escogido este viernes, para insertarlo en tu Blog. ¿A dónde irás ahora?.

    • Tranquilo, Pepe. Tenemos el hábitat bien delimitado. Seguro que nos encontramos en otro café.
      Muchas gracias por tu participación. Y por todo lo que hayamos podido compartir durante estos años en el Tonazzi.
      Un abrazo. Este es tu Faro.

  2. Ahora, tras un lapso de tres años, Edu, un antiguo colaborador de Ricardo, ha decidido reabrir en Tonazzi, manteniendo su esencia, su decoración entre modernista y art decó, y su buen café, sus tostadas, su cerveza, y sus sandwiches, y probablemente algo más, pero fundamentalmente, y creo que lo mas importante, su estilo, su tranquilidad, su magnífica música no intrusiva, y que invita a la relajación o a la lectura, y su ambiente, entre moderno y trasnochado, que sirve tanto para un café rápido en la barra, como para una reunión más larga, entre copas de primeras marcas. Con todo éste bagaje, espero que, la nueva etapa de Café Tonazzi, sea de nuevo el local de referencia que fué, y a la vez algo totalmente diferente a lo que se ve hoy día en la hostelería alicantina. Mucha suerte.

    • Magnífica noticia, Eduardo.
      Que esta nueva etapa sea tan fructífera como la primera.
      Saludos. Y bienvenido al Faro. Vuelve siempre.

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