Monstruos

Cada vez que el ser humano avanza un paso, nace un monstruo. Cada vez que el ser humano se estanca, nace un monstruo. Los necesitamos tanto para sentirnos héroes como para darnos la excusa de ser cobardes. Siempre que nos enamoramos matamos un dragón. Cuando nos envuelve la oscuridad quemamos una bruja. Si no sabemos explicarnos, nos convertimos en muertos vivientes. Y en cuanto nos asalta el aburrimiento, jugamos a ser dioses hasta que damos con la fórmula de Frankenstein. Hay un monstruo en el descampado que rodea el colegio, bajo la cama en la que deberíamos estar durmiendo, en el cuarto donde los mayores guardan sus secretos, en el instante que sigue a nuestro primer beso, en el desconocido y en nuestro vecino, en la sala de espera del médico, en las noches de insomnio por el estrés del trabajo, en el reloj con el que controlamos que nuestros hijos llegan tarde e incluso en el espejo donde nos miramos cada día. Somos nuestra capacidad de vencer a los monstruos.

MonstruosEn plena ebullición de la tecnología, vivimos en un puente inestable que no sabemos dónde nos lleva. Y que está abarrotado de monstruos. Hay un enemigo invisible en cada esquina y hasta los funcionarios del Pentágono se preparan para un apocalipsis zombie. Tememos la fuga descontrolada de un virus, la destrucción de nuestro entorno y la rebelión de las máquinas, cuando en realidad tan solo nos estamos asombrando con la misma ingenuidad y el mismo pavor que el compañero de quien sometió el fuego al control de la primera hoguera. Como en la Revolución Industrial, hemos vuelto a llamar a la puerta de los monstruos. Nos invadieron los vampiros, nos asediaron los infectados sin cerebro y ahora Nintendo se va a forrar permitiéndonos acabar con los pokémon en la verdulería de la esquina. Porque los monstruos también son rentables.

Y mientras, los monstruos se parten de risa. Porque ellos saben que, en realidad, los verdaderos monstruos somos nosotros. Los que inventamos el miedo, la angustia, la incertidumbre y el asesinato en primer grado. Ellos tan solo viven su vida de monstruo, a la espera de que el ser humano avance un paso más. A la espera de que el ser humano se estanque. A la espera de que sintamos la necesidad de escapar del terror, hasta que llegue el día en que grabemos el fin del mundo para compartirlo en las redes sociales. Y entonces, por fin, los monstruos dominarán la Tierra.

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