No es extraño. Siempre surge alguien así. En todos los equipos de gobierno, de cualquier ámbito de actuación, hay un encargado de equivocarse cada vez que tiene que elegir entre el cable azul y el cable rojo. Es el payaso augusto que recibe el tartazo en la cara. Uno de los miembros de la seguridad de un estadio que tienen que mirar hacia la grada durante el partido. Un integrante del batallón de negros de South Park. Francisco Camps tenía el suyo, Alejandro Font de Mora. Rajoy, desde su torre de plasma, ha fichado a José Ignacio Wert. La idea es muy astuta. La usan hasta los narcos. Hay mulas cargadas de necesidad y bolas de coca que son detenidas en los aeropuertos mientras el alijo millonario va en una maleta de las que no caben en Ryanair. Pues lo mismo.
Estas trampas de humo con patas y espíritu de cine de serie Z son comprensibles. Seguro que hasta Sun Tzu y Maquiavelo dedican un capítulo al bufón que entretiene a las masas mientras la soldadesca pone a hervir el aceite en las calderas del castillo. Pero su modus operandi consiste en hacerse inexplicables. En demostrar cada vez que abren la boca la vigencia del principio de Peter sobre el nivel de incompetencia. En lanzarse en plancha cada vez que acribillan a preguntas a sus líderes para recibir el balazo y una medalla de latón. Es de suponer que jugar al despiste, a la cobertura y a la polémica estéril, pasar por tonto arrogante, exasperar a la sociedad con su catálogo de globos sonda, supondrá un complemento extra en la nómina. A lo mejor son lo que parecen y ni lo cobran.
El verdadero problema es que casi siempre, a estos dinamiteros sin chaleco se les adorna con la cartera de Educación. (Cristóbal Montoro quiso optar al cargo que ocupa Wert, pero Rajoy le informó de que su negociado atañe a ricos y millonarios. Y con ellos no se juega). Para acatar órdenes, en vez de imitar al artista ruso que clavó su escroto en la Plaza Roja, hacen malabares con las leyes, chalanean con las becas e incluso componen trabalenguas para despistar en varios idiomas. Y lo malo es que ningún profeta vaticina la llegada del gobierno que se tome en serio la enseñanza.
Lo que viene a demostrar que los políticos se repiten como las amapolas. El anterior presidente fabricó la misma cobertura de enmascaramiento: Memoria histórica, «matrimonios con personajes del mismo paño» , derecho a decidir el aborto para niñas de 16 años… ¡ah!, y brotes verdes , etc. etc. Por no decir que también se enmascaró con ministras y ministros que eran puro y pura carnaval.