Tengo 16 años y quiero ser presidente

A los trece años, Eduardo Griñán Lloret (Alicante, 1999) sintió que necesitaba “hacer algo importante, ayudar a la gente”. Quería contribuir a que “las personas que sufren” pudieran lograr “ser felices en su trabajo, no pasar problemas económicos, sentirse seguros”. También decidió colaborar en la instauración de una “paz mundial” y en “la erradicación del hambre”. “Me di cuenta de que la forma de conseguir las cosas es esforzarte por lo que quieres”, afirma. Y lo vio claro. Su meta era “ser presidente del Gobierno”. El asiento desde el que se divisa todo el panorama y se pueden ejecutar las reformas necesarias, desde su punto de vista. Un destino hacia el que acaba de echar a andar. De momento, sabe que quiere estudiar Derecho y Ciencias Políticas. Acaba de cumplir dieciséis años.Eduardo 1

Al igual que Lisa Simpson en su carrera hacia la Casa Blanca, Eduardo solo cuenta con su determinación y buenas notas para alcanzar la Moncloa. Nadie de su entorno se dedica a la política. Ni la familia, ni los amigos, ni siquiera uno solo de sus profesores le ha trazado la ruta. Lo suyo es política por generación espontánea. “Ahora mismo, nadie me está guiando”, explica, “lo busco todo en internet”. Lee lo que cree que le puede ayudar, desde Montesquieu a Kant, como en un caos de piscina de bolas ideológica. También intenta “escuchar opiniones diversas y pensar en lo que está pasando”. Y en los próximos días, aprovechará las elecciones en las que todavía no puede votar para “leer los programas de cada partido” y constatar cuál le convence más. “Ver también qué personas los integran, no me gustan los que son prepotentes, pero tampoco los que dan la sensación de que nada les importa”. Solo después de compilar toda la información posible, se afiliará. Y después, subirá todos los peldaños que haga falta, “poco a poco”. “Si llego a ser tan eficaz y trabajador como para ser presidente, lo haré lo mejor que pueda”, asegura.

Eduardo 2El gancho de Eduardo ha sido “la crisis, económica y de valores”. Los casos de corrupción también llaman su atención. “No se dan cuenta de que el dinero sustraído no se quita a alguien concreto, sino al conjunto de la sociedad. Y eso no es justo”, sentencia. Crisis y corrupción. Dos lanzaderas políticas de manual, según el catedrático de Sociología de la Universidad de Alicante (UA) Antonio Alaminos. “El impacto de la crisis económica (desempleo) y política (corrupción) son dos revulsivos que despiertan a la sociedad. Es el equivalente al golpe de Tejero en 1981 o las tensiones de la década de los 90”, indica Alaminos. Por eso se buscan soluciones en las urnas. “La gente no pretende luchar” contra ambas lacras sociales, sino “que alguien, sea partido o sean los jueces”, luche contra ellas. “El deseo de regeneración es potente y se ha focalizado en las nuevas ofertas políticas más que en las anteriores”, continúa.

Así, el caso de Eduardo puede extenderse a otros ejemplos. En la sociedad española en general. “Hay una mayor atención a lo que sucede en política”, según han detectado los análisis sociológicos. “Esta atención se expresa como voto a nuevos partidos y en abstención a partidos. Los dos procesos muestran sensibilidad hacia lo que sucede en política”, subraya Alaminos. Y los adolescentes como Eduardo no son ajenos a esta corriente. “Los nuevos actores que están revolucionando (aunque sea por poco tiempo, como es el caso de Podemos) el escenario son esencialmente jóvenes. Es importante, dado que los jóvenes configuran las opciones futuras que tienen los partidos. La socialización ahora es múltiple: no solo la familia, también el colegio, el grupo de amigos, los videojuegos, los media. Las vocaciones se inspiran en los lugares más diversos”, certifica el catedrático de la UA.

Eduardo 3La llegada de Eduardo a la política no es la habitual. Generalmente, el entorno alimenta una carrera política. Es el caso de Esther López Barceló, exconcejal y exdiputada autonómica por Esquerra Unida y actual directora de gabinete de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid. “Mis padres son personas muy concienciadas. Aunque sin militancia en ningún partido político, siempre han participado en manifestaciones y huelgas”, cuenta. “Me inculcaron que siempre hay que estar de parte de los compañeros, el concepto de la solidaridad, de intentar ayudar a los demás”. También fue fundamental su “yayo Gabriel”, quien le explicó “lo que era ser un rojo, leyendo poesía de Lorca”. “Me enseñó que quien dice que no le interesa la política miente”. De ahí, López Barceló pasó a involucrarse en el instituto “como delegada o subdelegada en casi todos los cursos”. “Con catorce años nació mi interés por lo que sucedía en el mundo”, a los “dieciséis adquirí plena conciencia de mis convicciones políticas de izquierda”. Y en la universidad, en las clases de Historia, la Memoria Histórica encendió la mecha de su carrera política.

En lado opuesto del espectro político está Mari Carmen de España, actual concejal del Ayuntamiento de Alicante por el Partido Popular (PP). Pero también creció rodeada de política, ya que su padre, Julio de España, ha sido una de las cabezas visibles del PP provincial y autonómico en las últimas décadas. “En casa no se hablaba de política, no era un tema de sobremesa”, recuerda. Pero la edil, “desde pequeña”, visitaba a su padre “en el trabajo, como cualquier niño”. Pero a la sede del partido o a la Diputación. “Íbamos a tomar un refresco, había alguien más y oía a mi padre hablar con él. Y aunque no seas consciente, te vas informando”, indica. A los 18 años ya se afilió a las Nuevas Generaciones. Y después estudió Periodismo con la intención de apartarse de su camino natural. “Me daba mucho respeto, es una responsabilidad muy grande”. Se desvinculó “durante cinco o seis años”, pero al final vio “la posibilidad de desarrollar una vocación de servicio”.

Eduardo 4Eduardo no tiene ninguno de estos referentes pero sigue empeñado en decantarse. “Ahora hay más partidos, nuevas ideas para hacer ver a los demás qué errores están cometiendo”, opina. Mientras, pasará el tiempo como toca a los de su edad. “Salir con los amigos, estar con la familia, ver documentales de Historia y hacer regalos. Me gusta mucho hacer regalos”. No pudo ver en directo el debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera organizado por Jordi Évole para Salvados porque tenía un cumpleaños familiar. Estudia primero de Bachillerato, hace natación y lee periódicos. Conserva la ingenuidad infantil a la que alude la última campaña de Greenpeace. Y tiene algunas certezas. “Parece que los políticos se dedican más a atacarse que a resolver los problemas”. Eso tiene que cambiar, a su juicio. Ya se encargará en cuanto pise la Moncloa.

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2 pensamientos sobre “Tengo 16 años y quiero ser presidente

  1. «Como en los orígenes del parlamentarismo antes de la democracia de masas, no se vota en primer lugar al partido o al programa sino a la persona (…) que ahora es el producto de una construcción mediática de la imagen». (Daniel Innerarity)

    Pues estamos jodidos. Aunque yo en su día también me leí el programa de todos los partidos el año antes de mis primeras elecciones, igual a estas alturas le sirve de poco.

    • Es cierto. Y eso os carga a los jóvenes con mucha responsabilidad a vuestras espaldas, para cambiarlo.
      Gracias, S.J. Es mucho más que un honor tener a un miembro de la familia Dedalus por aquí. No sé si sabes que este Faro está hermanado con la Torre Martello. Vuelve cuando quieras.

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