Un apartamento en Puerto Madero

Plano NismanEl mundo entero se ha colado por la ventana de un apartamento de Puerto Madero, ese barrio de Buenos Aires que solo conocen bien los que no quieren conocer Buenos Aires. En uno de los apartamentos apareció muerto el pasado domingo Alberto Nisman, el fiscal que había acusado al Gobierno argentino de encubrir a los autores del mayor atentado terrorista del país, el coche bomba que mató a 85 personas en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994. Según Nisman, la presidenta argentina, Cristina Fernández, pactó con Irán, país de procedencia de los principales acusados del atentado, una amnistía encubierta. Nisman iba a explicar el pasado lunes todos los detalles de esta operación. Pero un disparo acabó con su vida horas antes de la declaración, en el baño de su cuarto en Puerto Madero.

El mundo entero cabe en ese apartamento repleto de acusaciones, policías, tramas internacionales, pistolas, conductos de ventilación, papeles subrayados, espías, pasadizos, llamadas de teléfono, un cerrajero, Raymond Chandler, John le Carré, un rastro de pólvora, otro de sangre y un fiscal muerto. Caben hasta los que creen que se trata de un suicidio, los que no y los que un día dicen que sí y al siguiente, que no. Caben las opiniones de Ricardo Darín y de las Madres de la Plaza de Mayo, caben también las de los analistas que creen que el caso puede impulsar la economía argentina si se resuelve con solvencia. Cabemos los que miramos desde lejos y también los que observan la ventana del apartamento desde la calle. Lo que no cabe es la propia Argentina. Como no cabría España, si hubiera sucedido aquí. Como sucedió aquí, tras el 11M.

Argentina

Las dos Argentinas cohabitan en cada argentino.

El mundo entero escruta un país que es inabarcable, creativo, fascinante y generoso. Pero que también se tambalea entre el ego y la resignación, entre la bandera y el viajazo, entre Troilo y Piazzolla, entre el fútbol de potrero y el spleen de París. Entre la izquierda y la derecha de un partido político que es siempre el mismo pero nunca es igual. Solo tomando un respiro, apartando la visceralidad que en España puso a ETA donde siempre estuvo el yihadismo, podrán resolver el caso Nisman. Y después podrán volver a su eterna dualidad, a las dos Argentinas que cohabitan en cada argentino. A paradojas como engendrar a Borges y a Cortázar, las tortitas raspadas y los alfajores de dulce de leche. Podrán volver a situar Puerto Madero tan cerca de La Boca. Podrán volver a ser ese país indescifrable donde desembocan todos los ríos que van a parar al mar.

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