Marx en el eBook

Los griegos han decidido combatir por amontonamiento el frío de los números y los préstamos bancarios. Juntos, en el iglú del Partenón, han alimentado el brasero con sus acuerdos con la UE. El resto de papeles lo echaron a las urnas, que han encargado a Syriza que revitalice el germen de Europa. La formación de izquierdas que lidera Alexis Tsipras ha desencuadernado en el país heleno el bipartidismo que gobierna en todo el continente y ha enmarcado el espejo en el que posiblemente se refleje Podemos en las elecciones nacionales que se avecinan en España. El resultado de los comicios griegos revela que Syriza y Podemos han emprendido el camino del éxito, mientras que las demás izquierdas siguen como Alicia ante Cheshire, sin saber a dónde ir.

En España, IU anda como Manolo Morán en su papel de guardia urbano: en mitad de la Gran Vía, rodeada de vehículos que la rebasan por todos lados sin que siquiera sea capaz de cogerles la matrícula. Mientras, el PSOE sigue en un puente sobre el Sena, dilucidando hacia qué orilla debe cruzar. La ambigüedad de los discursos de Pablo Iglesias es uno de los principales argumentos que esgrimen en el corazón de la izquierda española. La pinza entre Nueva Democracia (el PP heleno) y el PASOK (socialistas) también supuso una decepción general que irritó a la muchedumbre. Pero, sin duda, la médula espinal que vertebra ambos partidos es la comunicación. Tsipras e Iglesias han sabido montar el scrabble de la ira, de la indignación, del estupor, del castigo, de la redención, de la desesperación y de la renovación de los sistemas. Son orfebres del mensaje. Los demás, no.

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La izquierda no ha sabido actualizar su discurso.

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Ni los jóvenes comunistas saben salirse de la estética del PCUS. / CJCMADRID

Los socialistas son una gran catedral cerrada por cambio de fe. Y más a la izquierda del abanico político español, falta flexibilidad. Los carteles se rigen por el constructivismo que tan bien queda en las plazas moscovitas y en los catálogos de Josep Renau. La retórica sigue sin actualizar el relato de la lucha obrera. Y ambos partidos siguen dominados por veteranos que recitan El Capital sílaba a sílaba pero desconocen cómo se activa el wifi de sus móviles o que Marx ya es de acceso libre en Amazon. Iglesias e Íñigo Errejón participaron en la última campaña electoral de IU. Y cuentan que cada propuesta que vertían recibía el mismo mantra: “Cayo (Lara, excoordinador federal de la formación) no va a querer”. Lara está fuera del partido, recalculando la ocasión perdida. Iglesias podría llegar a ser presidente del Gobierno. Con un discurso quizá ambiguo, oportunista, populista, brumoso, calculado. Pero tan pegado a la calle como un paso de cebra.

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